miércoles, 28 de marzo de 2012

¿Nuevas catástrofes cósmicas?

Entre las maneras que se han barajado para aniquilar a la tierra hemos tenido ejemplos de todo, asteroides explosivos, radiaciones cósmicas y hasta ser atrapados por el sol. Aunque el final para todos nosotros llegaría con la misma velocidad y el resultado sería el mismo, quizás el más desalentador es el de caer en un agujero negro. Estos peculiares astros no son estáticos, de hecho se mueven a grandes velocidades a través del espacio, y llevan existiendo desde los primeros momentos de vida del universo. Obviando su infinita capacidad destructiva, otro problema que se le suma es que son sumamente difíciles de detectar, ya que no reflejan la luz y por ende no se pueden ver. Teniendo esto en cuenta, en cualquier momento uno de estos agujeros podría pasar cerca de la Tierra y hacerla desaparecer en un instante y nosotros ni siquiera nos daríamos cuenta.
Aunque no todo son malas noticias, ya que de la gran mayoría de agujeros negros que existían al comienzo del cosmos, los más pequeños y difíciles de detectar se han evaporado, y sólo quedan los más grandes que descansan en los corazones de las galaxias. Los agujeros negros por increíble que parezca también mueren, y esto es posible gracias al proceso conocido como la radiación de Hawking, mediante el cual, estos van perdiendo masa y finalmente desaparecen.

Exoplanetas

Buscar planetas habitables es un tema que esta siendo discutido con asiduidad por la comunidad científica. Se han barajado posibles nuevos hogares para la humanidad dentro del propio sistema solar, teniendo en cuenta las lunas de Júpiter o Saturno por poner un ejemplo. Sin embargo, los astrónomos tienen su mirada dirigida en todos lados, y han detectado varios miles de millones de planetas que orbitan en sistemas estelares como el nuestro. La mayoría de ellos tienen grandes similitudes con la Tierra, todos son rocosos, tienen una atmósfera estable y algunos tienen agua, con la posible vida que esta pueda albergar. El problema es que todos ellos se encuentran a distancias insalvables por la tecnología que tenemos ahora. El caso más sonado es el del planeta Kepler 22-b. Esta potencial neo Tierra esta a varios cientos de años luz de nuestro sistema solar. Este contexto no desanima a los investigadores en astrobiología, ya que aún estando fuera de nuestro alcance, la vida tiene unas probabilidades muy altas de estar presente en otras regiones de la Vía Láctea. La cantidad de entornos apropiados para la vida se cuentan por millones, el único problema es que las distancias que separan todos estos sistemas entre sí son excesivas para nosotros. Encontrar nuevas fuentes de energía y métodos de transporte más veloces son la clave para expandir nuestro dominio por el cosmos.

La vida, cedida por el cielo


Hasta ahora se pensaba que la vida en nuestro planeta se creó gracias al especial equilibrio en el entorno en el que se encuentra. Es cierto que la distancia con respecto al sol, y la presencia del agua, así como la de cierta sustancias químicas ayudaron a que los primeros organismos unicelulares se hiciesen paso en 1 mundo yermo. Sin embargo, se cree que parte de esos elementos químicos pudieron venir del espacio exterior, durante las primeras etapas del planeta, cuando la tierra estuvo sometida a un bombardeo astral constante. La hipótesis de la vida proveniente de fuera de la tierra baraja que estos meteoritos traían consigo agua congelada, así como rocas y minerales que dieron lugar a las sustancias que posteriormente crearían los primeros seres vivos.

sábado, 24 de marzo de 2012

Un corazón palpitante


Esta vez volamos a Io, un caótico mundo dentro de nuestro sistema solar. Io es uno de los satélites de Júpiter, pero lo que lo hace especial no es su superficie sacada de los infiernos de la divina comedia,existen otros lugares con superficies similares en el dominio de nuestra estrella, como Venus. La razón de la potente actividad geológica de Io no está en sí misma, de hecho el satélite debería estar muerto en cuanto a actividad volcánica y sísmica se refiere. Io orbita alrededor de Júpiter junto a dos de sus hermanas, Ganímedes y Europa. Estos tres astros mantienen a Io bajo unas mareas gravitatorias muy potentes que deforman la luna calentando todo su material rocoso interior. El continuo proceso de dilatación y contracción al que está sometido este cuerpo celeste es la explicación de la potente actividad volcánica y sísmica del mismo.

El eco del tiempo

Algo tan sencillo como intentar sintonizar canales nuevos a través de nuestra televisión nos puede llevar a escuchar el sonido más antiguo del universo, el eco de la gran explosión. Mientras buscamos los canales habrá momentos en los que la pantalla se volverá un borrón de puntos grises y blancos que hará un ruido algo molesto, pues bien, un 1% de ese caos televisivo es cómo sonó el Big Bang hace 13.700 millones de años. A lo largo y ancho del cosmos existe una energía residual llamada fondo de radiación de microondas, una suerte de música de fondo resultante de los primeros instantes de vida del espacio. Esta radiación no tiene efecto alguno en nosotros, y tampoco se puede utilizar con fines prácticos, su existencia es casi anecdótica, pero confirma la teoría de la Big Bang. Sólo un evento que hubiese liberado tanta energía de golpe pudo ser capaz de dejar señales que a día de hoy todavía perduren en todos los lugares del universo.

¿Un nuevo hogar?


La necesidad del hombre por buscar un nuevo lugar donde vivir lo ha llevado a explorar lugares fuera de la Tierra y ha considerar algunos incluso habitables. Este es el caso de Europa, uno de los satélites de Júpiter. Esta luna es un potencial contenedor de vida, ya que bajo su superficie helada yace un océano de agua de varios kilómetros de grosor. En este caso se trata de agua igual que la de la Tierra, sin mezclas de otros elementos que la conviertan en algo dañino para nosotros. Se cree firmemente en la existencia de organismos que hayan podido desarrollarse bajo la corteza de la luna y sin luz solar alguna. Si el hombre es capaz de expandir su influencia hasta tan lejos, tendría que encontrar la manera de salvar la corteza de Europa para aprovechar el agua que se esconde debajo. Contando con tanta agua es fácil crear oxígeno, por lo que probablemente también se pueda respirar sin ayuda de máquinas.

sábado, 17 de marzo de 2012

La gran idea

Uno de los grandes quebraderos de cabeza de los astrofísicos, y de todos los que seguimos un poco este peculiar mundillo es el de conseguir una teoría que consiga explicar la naturaleza de manera clara y sin ambigüedades. Hasta el día de hoy se han desarrollado teorías que nos ayudan a explicar varios fenomenos de la naturaleza, pero que no funcionan para el resto de los fenómenos naturales. Por poner un ejemplo tenemos la teoría de la gravedad de Newton, que explicaba cómo esta funcionaba en los objetos grandes, que las personas podemos ver, tales como planetas y estrellas. Sin embargo esa teoría tuvo que ser actualizada cuando Einstein formuló la gravedad que actúa a niveles subatómicos, niveles que Newton jamás había planteado y para los que su teoría quedaba convertida en piedra.
A raíz de este problema hay un debate que en los últimos años lleva dando de que hablar a la comunidad científica. Se trata de la teoría M. Esta teoría es una recopilación de conceptos y enunciados físicos que juntos intentan explicar todos los fenómenos de la naturaleza de la manera más eficaz posible. Allá donde las teoría solitarias fracasan, la amalgama que supone la teoría M cubre esas carencias solapando teorías cuando es preciso. Sin emabrgo parte de la comunidad científica cuestiona esta teoría ya que no se trata de un concepto puro en sí, más bien es un remiendo , un arreglo de última hora al problema que se plantea entre los astrofísicos.